
sábado, 27 de febrero de 2010
miércoles, 24 de febrero de 2010
ESCRITO MIENTRAS LLORO DE RABIA E IMPOTENCIA EN UN AUTOBÚS DE CAMINO A SAN PEDRO
lunes, 22 de febrero de 2010
"BRINDAD COMPAÑEROS YO-HO..."
viernes, 19 de febrero de 2010
IMPREVISTOS Y VERSOS
viernes, 12 de febrero de 2010
MI BARRIO (MAMÁ, NO LO LEAS, ANDA)
Tras un día especialmente curioso en el que ha llovido como si se fuese a acabar el mundo, entre los mil ruidos de mil animales inciertos en mitad de la noche sampedrana, os escribo de nuevo. Hoy, tal y como había prometido, voy a hablar de mi barrio.
“El lugar donde vivo se llama Asentamientos Humanos y es una de las doce comunidades en las que se divide el sector periférico de la Rivera Hernández. A su vez, la Rivera Hernández es uno de los nueve sectores que forman la ciudad de San Pedro Sula, capital industrial de Honduras y, según un reciente estudio, la segunda ciudad más violenta del mundo tras Ciudad Juárez (México). Asentamientos Humanos, y en general toda la Rivera Hernández, es un barrio de infraviviendas formado por campesinos que en su día abandonaron el campo para conseguir un trabajo y algún sustento en la ciudad y que, al no alcanzar su meta, se fueron instalando de forma irregular en la periferia. Los estudios de Proclade con los que trabajo lo definen así: “El Sector de la Rivera Hernández, en San Pedro Sula, Cortés, tiene alrededor de unos 90.000.00 habitantes, que en su mayoría vive en la pobreza y la extrema pobreza, en la marginación y exclusión social, cultural y política. La mayor parte de los habitantes de la Rivera Hernández, y en especial de Asentamientos Humanos y los bordos, son desplazados internos que vienen en busca de una mejor forma de vida, dejan los campos por no encontrar en ellos la solución a sus problemas económicos y de trabajo; llegan a una ciudad que los margina y los desplaza por no tener estudios ni preparación para afrontar la realidad laboral de una ciudad industrial. Construyen sus viviendas con materiales de desecho como tablones, latas, cartones y plástico. Muchas de estas familias no tienen acceso a los servicios básicos como: agua potable, energía eléctrica, alcantarillados, servicios sanitarios, medios de transporte, centros educativos, centros de salud y programas de desarrollo. Esta es una zona altamente vulnerable a los desastres naturales, como tormentas, huracanes e inundaciones. Es también una zona ambientalmente vulnerable, por estar cerca del basurero municipal, y por toda la basura y las “aguas servidas” que han contaminado totalmente el río que pasa por el bordo de Asentamientos Humanos. Existe un elevado índice de desempleo y sub-empleo, lo que produce la ausencia de satisfacción de necesidades básicas como alimentación, vestuario, salud, educación y recreación. Y, por ende, encontramos altos índices de desnutrición en los niños, mujeres embarazadas y ancianos. El mayor e importante ingreso económico de la población, radica en trabajos de obra de mano barata en todas las maquilas industriales (fábricas de transnacionales) que rodean la ciudad de San Pedro Sula, donde existen niveles de desigualdades laborales, sociales y de seguro para quienes trabajan en este sector de la producción. La violencia pública e intrafamiliar es el diario vivir de esta población. Se vive en un ambiente de inseguridad física, emocional y material, de grandes carencias afectivas, y sentidas limitaciones respecto al futuro de los niños, mujeres, ancianos y personas viviendo con VIH sida (bastante extendido entre la población). Debido al hacinamiento en que viven las familias, por lo pequeño de sus casas y por la cantidad de familias distintas viviendo en una misma casa, se da en una forma muy generalizada el abuso sexual a menores, ancianos y a mujeres, como otra manifestación percibida como pobreza, ya que se convierten en víctimas y sobrevivientes del abuso de poder de otros y otras, lo que genera emociones y sentimientos de rabia, dolor, miedo y culpa”. Asentamientos Humanos, ciudad de vacaciones. Este es, en líneas muy generales, mi barrio. Hablando en clave de cine, para intentar ser más gráfico, una mezcla rara de las favelas de ‘Tropa de Élite’ y el distrito 9 de la película homónima.
La Rivera Hernández huele a frutas maduras al sol y a sudor, huele a humedad en constante evaporación y a las aguas fecales que, organizadas en pequeños canales alrededor de las casas al no tener estas alcantarillado, se desbordan cada vez que llueve un poco, huele a ropa vieja y a maíz, a cocina de gas, con el mismo único menú de cada día, y a charcos de lodo en las calles de tierra. La Rivera Hernández es sol y polvo y mosquitos y palmeras y zinc. La Rivera Hernández es niños descalzos por las calles a todas horas y “bolos” (borrachos) tirados por el suelo en cualquier parte, es reguetón a todo volumen en los “rapiditos” (amago de transporte público conducido por delincuentes) y pintadas electorales y antielectorales en los muros. La Rivera Hernández es lucha diaria y contrastes. Uno de esos lugares sobre la faz de la tierra donde asombra ver que la coca-cola es más barata que el agua potable o que la gente que no tiene para comer se gasta “el pisto” (la pasta) en enviar “mensajitos” por su celular a todas horas, inducida por la publicidad de las grandes compañías, o en comprarse una radio con usb para el carro de altavoces disparatados. Uno de esos lugares donde los coches, destartalados y con innumerables apaños caseros, hay que buscarlos debajo de las pegatinas, las lunas tintadas, las luces de neón y las bocinas de feria, donde el tuning de matrículas fosforescentes en la noche (esa noche prohibida que se me escapa y que tanto añoro) es la única luz para los jóvenes perdidos, presos de las maras. Una macrociudad irreal con sus propias leyes no escritas donde por cada escuela hay veinte templos de las más diversas sectas y donde es más fácil adquirir un Ak-47 que un libro. La Rivera Hernández sabe un poco, volviendo al cine, a una revisión de ‘Mad Max’ en clave caribeña.
Sin embargo, y a pesar de todos esos datos y las metáforas, a pesar de todo, lo que más llama la atención del lugar donde vivo son los ejemplos de esperanza y lucha que uno encuentra, con relativa facilidad, entre tanta miseria y violencia estructural. Mujeres y hombres que no se rinden al destino y que trabajan por mejorar las cosas, madres que, desde su analfabetismo, luchan para que sus hijos tengan futuro y vayan a la escuela aún a cambio de su propia alimentación, niños que piden como sueño para el año 2010 “que se cumpla con los doscientos días obligatorios de clase” (otro problema aquí son las huelgas de profesores, uno de los colectivos más pisoteado. Al luchar los profesores por sus legítimos derechos, muchas semanas los niños, unos niños ansiosos por estudiar y conocer, por tener la única vía de escape posible de la miseria, se quedan sin clase). Una tierra de jóvenes que, entre medias de estas calles de polvo y calor, luchan por levantar centros juveniles y organizar campamentos (pienso mucho en Ferraz) que puedan sacar a otros jóvenes de las calles, de las drogas y de las maras, tan cruelmente presentes en la zona... Gente de bien que te acoge con cariño y que te obliga, desde su mirada profunda, a creer en ellos, a confiar en que es posible superar tanto daño. Hombres y mujeres que se ríen a pesar de la tormenta y el miedo y que son capaces de hacerte reír también a ti e invitarte a un café. Niños que te besan, que te roban el amor que les falta y exprimen tus horas como si les fuese la vida en ello, y que se ponen tristes si les dices que te vas. También he tenido el orgullo de conocer y reconocer a algunos cooperantes y misioneros españoles que operan, desde hace años, en la Rivera. He vuelto a encontrarme con Silvia y Óscar, de Paso a Paso, una organización encargada de dar un espacio a los jóvenes donde puedan formarse, tener apoyo escolar, recibir una educación en valores, comer y, sobretodo, recibir cariño, sentirse queridos. A Silvia y a Óscar ya les conocí en mi anterior experiencia hondureña y por aquí siguen, dando ejemplo de coherencia al mundo. Me han hecho sentir muy integrado desde el primer momento y hasta he dormido en su casa. Es un gustazo contar con ellos y ver que, a pesar del ambiente, no estoy tan loco (o no loco del todo).
Como veis, mi barrio es en sí mismo toda una experiencia. Aquí todo es nuevo y, a pesar de que alguno haya podido asustarse al leer esto que os cuento (mamá espero que no hayas llegado hasta aquí), estoy bien, muy bien. Tranquilo y haciendo por asumir, poco a poco, todas las realidades que me voy encontrando. Comprendiendo el auténtico significado de la palabra esperanza. Hay mucho trabajo que hacer por aquí y es a lo que he venido. A trabajar y a aprender. Además, olvidáis una cosa muy importante… soy Miguel Ángel Vázquez…
Os seguiré informando. Os quiero mucho.”
Bueno, la chapa que os he metido hoy no está nada mal, ¿verdad? Casi tres páginas de Word… Antes de despedirme os dejo dos pildoritas: Por si los medios en España han exagerado, hoy ha habido un pequeño (minúsculo, mamá) terremoto por aquí, pero no sólo estoy bien sino que ni me he enterado porque iba a esas horas en un “rapidito”... Todo está bien y ha sido muy muy leve, pero quería informaros de este “detallito” por si acaso (que, como decía el sabio Bernardino, “si vamos al detallito, pillamos”). Lo otro de lo que os quería informar es de que este finde estaré visitando Río Tinto, una aldea garífuna de la costa. Para llegar hay que remontar un río y la aldea en sí está en mitad de la selva. Muy del rollo de cuando Jack Sparrow va a visitar a Tía Dalma… Ya os contaré qué tal. Ale, os dejo ya en paz. Besos mil! Y gracias a todos por vuestros comentarios!
martes, 9 de febrero de 2010
CHISTE HONDUREÑO (PARA HACERSE UNA IDEA DE CÓMO ESTÁ EL PATIO) Y VÍDEO RELACIONADO
"Este era un hondureño tan bajito, tan bajito, tan bajito que iba a la frontera sólo para que le dijeran: ¡ALTO!"