miércoles, 11 de agosto de 2010

No hace ni dos semanas que tuve que ver al pequeño Juan Dimitri (el niño de mi foto del facebook, el que sale conmigo al final del vídeo 'No tengo miedo', mi amigo) hacinado en uno de los cuartuchos que el IHNFA tiene destinados para los críos que la ley arrebata a sus padres por ser pobres y, hoy, mis manos han sostenido a Don Ramón (el campesino que lleva el proyecto de agua de El Porvenir, la persona con más dignidad que he conocido en años, mi amigo) mientras le llevaba al hospital porque le había dado un infarto cerebral y, con una tensión de 250, "no miraba". Creía que se me moría en los brazos. A veces esto se hace muy cuesta arriba. Puta pobreza, joder. Qué mierda.

martes, 10 de agosto de 2010

VIII SEMANA POR LA DEFENSA DE LA VIDA


Ayer comenzó, en la Rivera Hernández, la VIII Semana por la defensa de la Vida. Esta semana se celebra desde que, hace siete años, la violencia de este sector imposible masacrara a nueve miembros de una misma familia quedando viva únicamente la niña pequeña de apenas catorce días de vida. Todo el barrio, al día siguiente y de forma espontánea, salió a la calle a protestar como se les ocurría ante tanta barbarie, a expresar un "basta ya" que les salía del alma y necesitaban soltar. Hoy esta manifestación espontánea se ha convertido en toda una semana que convoca a todo el sector y que se va desarrollando, a través de temas, foros y veladas culturales, hasta desembocar en la Marcha por la defensa de la Vida, la cual se celebrará el domingo que viene tomando todas las calles principales de la Rivera con pancartas y carrozas.

Yo ya había oído hablar de esta Semana desde hace años, antes incluso de venir por primera vez a estas tierras. Ayer me tocó llevar un retiro con los jóvenes, los más afectados sin lugar a dudas por esta absurda violencia, para comenzar todas las actividades. Vinieron setenta. Setenta jóvenes. Setenta golpeados que están hartos de tener miedo y de que les maten y que, en esta ocasión, se quieren atrever a soñar con la Rivera Hernández que a ellos les dé la gana. Yo, al final del día, me emocioné. Se me quiso quebrar la voz mientras decía: "Señores, no me cambio de barrio. Yo no me muevo. Yo me quedo aquí".

La semana promete.