sábado, 30 de enero de 2010

PRIMERA SEMANA EN HONDURAS. UN ESBOZO.

Acabo de llegar de dar mi primer paseo nocturno en solitario por la Rivera Hernández. La luna casi-llena lo ilumina todo. Mi compañera Yolanda se ha quedado trabajando en la ciudad de Tela por tres semanas y estaré solo en casa durante ese tiempo. Cuelgo lo que escribí hace unos días en esa ciudad y que Internet no me dejó subir:

"Un aguacero tímido y constante, residuo de la intensa lluvia de hace unos minutos, golpea con suavidad las paredes de la casa. El olor a salitre se cuela, junto con el rumor lejano de las olas caribeñas, entre los cristales de la ventana laminada de mi cuarto. Estoy de visita en Tela, departamento de Atlántida, poniendo nueva voz a mis recuerdos.

¿Cómo resumir la semana que llevo en este país mágico y contradictorio? ¿Por dónde empezar? Los días aquí duran más, son más intensos, y cada nueva realidad es un mundo completamente diferente para el que harían falta páginas y páginas. Todavía no hace, en horas, una semana completa desde mi aterrizaje y siento como si llevase en esta tierra toda una vida. Extraigo, a modo de retazos de sensaciones, una frase suelta de mi diario: “Aquí, en medio de esta lucha violenta y constante de la Naturaleza contra esta civilización de miseria y chapas de zinc todo tiene un sabor agridulce de desesperanza esperanzada”. Oigo frases de gente: “El mañana no nos pertenece”, “Honduras y justicia son dos palabras irreconciliables”, “No podemos desperdiciar comida por todo lo que está pasando la gente de Haití”…

Como podréis imaginar, mi vida aquí es muy diferente. A las cinco de la mañana ya ha amanecido, por lo que a las siete, como norma general, ya está uno funcionando. Hasta hace nada pensaba que a esa hora sólo se podía llegar a casa, no salir de ella… (hay que ver lo que son las cosas...) Los ritmos de trabajo están marcados por el sol, así la hora de comer corresponde con las doce y media de la mañana. A la una y media de la tarde no hay quien pare en la calle de puro calor. El sol quema a esas horas y elimina toda posible sombra en las calles de polvo y tierra que forman mi barrio (la semana que viene publicaré una entrada especial sobre mi barrio, Asentamientos Humanos, con toda la información que necesitéis). Sobre las seis de la tarde comienza a anochecer y, cuando son las siete, noche cerrada, conviene no andar por la calle o, de ser así, asegurarte de que alguien va a poder acercarte a casa en coche. A las once suele ser una buena hora para irse a dormir (cosa que todavía no estoy cumpliendo, me cuesta).

La dieta está siendo más variada de lo que en un principio esperaba, ya he tenido tiempo de probar varias especialidades típicamente hondureñas. He comido baleadas (tortillas de harina con frijoles machucados, quesillo y huevo), pupusas, pollo frito, yuca frita, tajadas de plátano y he bebido distintos jugos de mil frutas y rompopo, una movida que hacen en mi barrio con ron, leche, huevo, vainilla y no sé cuántas movidas más. Es dulce, peligroso.

La gente me está acogiendo muy bien y con mucho cariño y ya me han surgido muchas posibilidades de trabajo que os iré desgranando en posteriores entradas. La principal será la coordinación del proyecto del dispensario médico colindante a mi casa (es posible que tenga que citarme con el alcalde de San Pedro Sula y con el ministro de Sanidad para conseguir financiación). Se empeñan por aquí en decir, allá donde voy, que estoy soltero, información que les hace mucha gracia. En Honduras es muy llamativo que un hombre de casi treinta años ande soltero, y más siendo tan guapo. Lo cierto es que me inquieta su constante preocupación por mi estado civil…

En la escasa semana que llevo aquí he tenido ocasión de visitar gran parte del sector de la Rivera Hernández (sector marginal de la periferia donde se encuentra mi barrio, Asentamientos Humanos), he conocido a los habitantes del bordo de la Rivera, he estado siguiendo los proyectos de apadrinamiento que se manejan por aquí, he visitado el centro de San Pedro Sula para gestionar mis papeles (seguimos trabajando en ello en este momento…), me han picado “n” mosquitos, me he hecho amigo de los jóvenes del centro juvenil de mi colonia, he empezado a gestionar dos campamentos (uno para primavera, aquí verano profundo, y otro para verano, aquí verano profundo con tormentas y ciclones…), me he hecho seguidor del Marathon (“el monstruo verde”), que es un equipo de fútbol de San Pedro Sula, me han presentado en varias comunidades, he tomado “n” cafés en la que he declarado mi pulpería de confianza, me he reencontrado felizmente con la gente de Paso a paso (una asociación para jóvenes de aquí coordinada por cooperantes españoles de la que os hablaré más adelante), he estado presente en reuniones del Frente Nacional de Resistencia Popular, me han convocado para próximas reuniones de coordinación de la Resistencia y he vuelto por dos días a Tela, lugar desde donde escribo; tiempo que he aprovechado para ofrecer mi trabajo a Tita, una vieja amiga, directora ejemplar de un colegio de la zona, y para visitar el presidio, donde también, por pura lógica de condena, me he reencontrado con viejos amigos. Me han pedido que narre los partidos de fútbol del torneo interno de la cárcel. Tengo buenos maestros, veré qué se puede hacer.

Como podéis ver, demasiadas cosas agolpadas en muy poco tiempo que, ahora mismo, mientras escribo estas líneas, soy incapaz de posar. El tiempo irá colocando en mi corazón todas estas experiencias para ordenarlas como merecen y así poder transmitiros con mayor fidelidad mi vivencia en Honduras. Procuraré que las próximas entradas sean más específicas para que, al menos durante las primeras semanas, seáis capaces de haceros un panorama general de mi vida aquí y así poder ir actualizando sin tener que entorpecer el relato con mil explicaciones. Como adelantaba en esta entrada, la próxima hablará sobre mi barrio y, muy presumiblemente, la siguiente tratará de mis distintas labores ahora que ya se han empezado a concretar. Intentaré subir, también, un vídeo chorra que he hecho esta semana pasada sobre mi casa, siempre que Internet así me lo permita.

Mil gracias a todos por todos los mensajes recibidos. Os siento muy cerca. Un beso grande desde el otro lado del mundo."

Y, por último, que os meto unos chapazos del quince, os dejo el enlace de un vídeo que blogger no me deja colgar. Lo que me hace gracia y que relacionaréis fácilmente con el contenido de esta bitácora es lo que se ve hasta el minuto 2:15...

http://www.youtube.com/watch?v=V19x-7qximU

viernes, 22 de enero de 2010

EL VIAJE. SIGNOS CONTRADICTORIOS

Ya estoy en Honduras. Bienvenidos al Caribe. Mientras escucho de fondo el viento meciendo las palmeras y todo tipo de árboles exóticos, entre llantos de niños que van a ser vacunados en el dispensario médico colindante y vehículos que por la megafonía, entre el regetón, venden colchones y afilan machetes, me dispongo a narraros lo acontecido en el viaje que me ha traído hasta estas tierras. Es mi segundo día aquí. Son las 10:15 de la mañana.

Lo cierto es que, y siento comenzar mi primera entrada hondureña así, el viaje no podía haber comenzado bajo peores signos. Apenas seis horas antes de despegar nos informan a mi familia y a mí de que mi tío Tomás, el único hermano que le queda a mi padre, se estaba muriendo en un hospital a causa de una operación de rodilla. El absurdo se apodera rápidamente y sin ningún tipo de concesiones de la escena. Mientras hago el equipaje a eso de la medianoche me planteo si debo despegar o, por el contrario, retrasar mi partida. Siento que quiero estar con mi padre, pero la urgencia de la situación no me da mucho tiempo para pensar. En el salón, un silencio absoluto. Nadie sabe qué decir o cómo reaccionar. Mis últimas horas en España se pasan sin que pueda decir todas esas palabras que, inconscientemente, me había estado guardando para el momento de la despedida. Escribo en mi diario, ya subido al avión: “La rabia me puede. Quiero estar allí para abrazarle pero la rigidez del billete prima. Mis últimas horas en España han sido oscuras y surrealistas. Injustas. Sobretodo para mis padres. (…) Alberto y Míguel le han puesto un punto de luz a una noche en la que , además, casi me quedo en tierra (…)”.

Ya en el aeropuerto, con la visita sorpresa de Alberto y Míguel (siempre fieles), no me permiten facturar mi equipaje ni despegar por no tener el visado por un año para Honduras. Estoy tenso. Se nota que no estoy natural (creo que Alberto y Míguel lo notan). Intento explicarles que voy como misionero-cooperante y que iré renovando mi visa cada tres meses en la embajada española, que siempre se ha hecho así y que es legal, pero alegan que a su compañía pueden ponerle una multa por mi culpa y que además es posible que no me dejasen salir de Panamá hacia San Pedro Sula, dejándome colgado en medio de la nada. Tras unos momentos de tensión innecesaria (y el “me quedo” cada vez más presente en la cabeza), consigo solucionar el tema adelantando la fecha de vuelta de mi billete a justo tres meses desde el día del despegue, plazo permitido para un turista, un billete que tendré que anular en Honduras una vez consiga solucionar mis papeles. Me dan falsa vuelta para el 18 de abril. Ya os iré contando si al final termino como un sinpapeles en Centroamérica, que tendría huevos…

Tras una despedida rápida y con lágrimas contenidas (con todo el jaleo llego tarde al avión y no hay tiempo para prolongar los abrazos tanto como me hubiera gustado), subo por fin al boeing que me llevará hacia Amsterdam. Una azafata tiene que despertarme para que me ponga el cinturón de seguridad pues, con el cansancio acumulado de los últimos días, me quedo dormido antes de despegar. Las once horas y media entre Amsterdam y Panamá se me hacen relativamente ligeras y las paso escribiendo en mi diario, leyendo desde mi portátil alguno de los proyectos en los que trabajaré y jugando demasiadas partidas al Black Jack en la maquinita incorporada a mi asiento. Cuando el avión comienza a descender, aparece ante mis ojos el paisaje tropical. La vegetación lo inunda todo y deja ridículos a una serie de rascacielos que se asoman en la costa. Está atardeciendo. He vuelto a atravesar el Atlántico.

En Panamá me informan de que mi vuelo se retrasará al menos una hora. Aprovecho para hablar por teléfono con Rodrigo, que me pone al tanto de la situación en mi casa, y, algo más tarde, cuando vuelven del trabajo, con mis padres. Parece que ya tienen algo más asumida la noticia de mi tío y me preguntan por el viaje. Habrá que ver. Tras enviarnos muchos besos, busco un sitio donde sentarme tranquilo a esperar. Saco mi diario y, en la sala de embarque, escribo: “(…)Ahora tengo que coger (aquí “tomar) un avión de la compañía COPA, por tanto podría decirse que voy a tomar una copa. Son las 18:47 horas.”

Después de una espera vacía, rodeado de personajes, embarco por fin en el último vuelo, el que me llevará a mi destino. No sé si quiero llegar. Me planteo sugerirle al piloto que demos una vuelta por algún otro país. Reflexiono acerca de que ser un sinpapeles no está mal, pero que me consideren un potencial terrorista en un avión por forzar al piloto a tomar otro rumbo es excesivo. En mitad del vuelo, nos dan de cenar. “Señor, ¿wrap de carne o sándwich de pollo?”. Por fin una buena señal en este día demasiado largo.

Aterrizo en el aeropuerto de San Pedro Sula. Han pasado veinticuatro horas desde que salí de Madrid. Todo me es familiar, lo cual no es difícil puesto que no han cambiado uno solo de los carteles en tres años. Sensaciones repetidas. Por unos instantes pienso que han perdido mi equipaje. No lo reconocía al estar envuelto en papel film. Me acuerdo de mi padre. Al salir, me están esperando Silvio, el que será mi “jefe” durante mi estancia hondureña, Josué, uno de los trabajadores del dispensario médico del que ya os hablaré, y Yolanda, la voluntaria de Proclade con la que compartiré experiencia los primeros meses. Salgo a la calle. Es de noche, pero hace calor. Los olores despiertan mil fotografías en mi cabeza. He vuelto. Comienza la aventura.

lunes, 18 de enero de 2010

HACIENDO EL EQUIPAJE



"And love is not the easy thing
The only baggage that you can bring...

And love is not the easy thing...
The only baggage you can bring
Is all that you can't leave behind..."


Han pasado muchas cosas desde la última vez que actualicé. Demasiadas. Debo una entrada que se titule 'Tengo los mejores amigos del mundo'. La próxima vez que escriba será desde Honduras. Nos vemos allá.

jueves, 7 de enero de 2010

CÓCTEL DE VACUNAS

Acabo de llegar del Centro Monográfico de Salud Internacional del Ayuntamiento de Madrid. Afuera, en la calle, cae un estúpido aguanieve que no termina de querer cuajar. Hace frío.

Tras comenzar el pasado lunes mi tratamiento de cinco días contra la fiebre tifoidea, y en espera de dar rienda suelta en mi interior a los virus del cólera este mismo sábado, hoy me han vacunado contra la fiebre amarilla. La fiebre amarilla es una enfermedad que no afecta para nada al territorio hondureño pero, en vistas a una posible estancia breve en Panamá, al sur del Canal, he tenido que inyectarme una dosis de estos bacilos para que me dejen entrar (y sobretodo salir) del país. Me han entregado, junto con el temido pinchazo, una cartilla amarilla de la OMS que no debería perder bajo ningún concepto si quiero moverme libremente por estos países. Ya os contaré...

Una vez perforado mi hombro izquierdo, la enfermera portadora del arma preventiva me ha comentado que es más que probable que sufra, en los próximos días, algún cuadro febril sumado a depresiones, dolencias musculares y malestar general, sobretodo a partir del quinto día y hasta el séptimo. Luego diréis que por qué no voy al médico. Esto, sumado a mis otros tratamientos ya mencionados y a que el próximo martes comienzo con la profilaxis contra la malaria, hace de mi cuerpo un cóctel de vacunas listo para ser servido. Mi última semana en España va a ser "legen... espera un momento... daria". Me han dicho que, si me duele, puedo tomar gelocatil. No han comentado nada del gintónic, pero me imagino que si es de Hendricks con pepino (verdura) (la verdura es buena), también me vendrá bien.

Tal vez muchos(as) estéis pensando que ya me vale, que he tenido MESES para hacer esto, que no está ni medio bien este chute de vacunas en una única semana, que me merezco que me pase algo... peeero... "you forgot one very important thing, mate"... soy Miguel Ángel Vázquez.

domingo, 3 de enero de 2010

UNA BIENVENIDA

Caminos, rutas, horizontes. Avanzar. Entre sueños, proyectos y luchas, entre luces, intuiciones y profecías. Avanzar siempre...


Bienvenidos, una vez más, a un espacio donde enfrentaros con mis letras. Un espacio para la palabra y los sentimientos de un poeta metido a escritor de noticias y reconvertido ahora en misionero. En esta ocasión, este nuevo cuaderno de bitácora pretende hablar de las vivencias de una brújula que apunta al Sur, de un corazón viajero en busca de Ítacas imposibles, de una mirada clavada en mil miradas de hambre y sal. 'Cuadernos del Sur', tal y como reza el subtítulo de la cabecera, son cartas lanzadas al mar en botellas, jirones de mis próximas aventuras y desventuras en tierras hondureñas, una forma de mantenernos en contacto a lo largo de este 2010 tan lleno de novedades. A través de estás páginas hechas de "ceros y unos" iré actualizando mis vivencias, el día a día en Centroamérica, así como tratando de mostrar, siempre que me parezca oportuno, las distintas realidades que vaya encontrando en mi camino. Para ello haré uso tanto de la palabra escrita en sus distintos géneros (señores, aquí cabe desde la poesía hasta el periodismo pasando, cómo no, por la prosa narrativa y las cartas a mi sobrino Gobo), como de otros formatos como el videoblog o incluso apariciones en radio, si procede. Las actualizaciones dependerán, en gran medida y principalmente, de mis posibilidades de acceso a Internet, ya que intuyo que temas para contar voy a tener de sobra. Se agradecerán en todo caso los comentarios a las distintas entradas sin que sean estos necesarios en ningún modo.

Para concluir esta breve presentación de 'Cuadernos del Sur', ya habrá tiempo para extenderse, me hago dueño de una frase que dijo algún día Juan Benet y que rezaba más o menos así "vivir satisfecho de uno mismo ha de ser muy aburrido, por eso no hay mejor cosa que meterse en aventuras". Que así sea. Bienvenidos a este viaje. Que ustedes lo disfruten.