miércoles, 28 de abril de 2010

UN REPASO A MI DIARIO (PARTE I y II)



Esta vez la carta llega bajo el formato de videoblog. Por algún oscuro motivo,
en la pantalla se corta parte del vídeo, pero en Youtube se ven enteros. ¡Que los disfruten! ¡Besos mil!

lunes, 19 de abril de 2010

INQUIETANTE... (ACTUALIZACIÓN DE "TENGO UNA MALA NOTICIA...")


Buenas noches y bienvenidos a la Nave del Misterio. Queridos amigos, tengo que contarles algo... misterioso, fuera de lo normal, escabroso, un enigma por resolver, algo... inquietante...

Todos recordarán la trágica muerte de Coco, el cocodrilo, el compañero de aventuras del autor de esta bitácora, esa criatura molesta pero a la vez... cómo decirlo... inquietantemente entrañable. Su trágica muerte, sin lugar a dudas, marcó un antes y un después en el desarrollo, no sólo de la aventura hondureña, sino del curso de estas cartas desde el otro lado del mundo. Aún resuenan en los oídos de muchos las duras palabras con las que el autor se refería al triste final de un reptil sin mayor culpa. Cráneos machacados, sangre manando de la cabeza, tripas abiertas, vísceras, martillazos... todo un museo del horror que reflejaba una realidad que, como siempre, era mucho más cruda que la narrada. Un animal despellejado y mutilado a causa de un absurdo, de algo inexplicable, de un impulso... cuando menos... inquietante... El profesor Cabrera nos decía que probablemente fuese a causa del cerebro reptiliano del agresor, ese cerebro primitivo que todos guardamos y que protege nuestros instintos más primarios...

Pues bien, recientemente un equipo de este programa ha sido testigo de un suceso sorprendente, insólito, fuera de lo normal, extravagante, inquietante... Un suceso que responde a los mismos patrones que ya encontráramos en otros puntos de la geografía del misterio como pueden ser Ochate o Belchite. Sorprendentemente, prepárense, a pesar de la muerte del cocodrilo este sigue haciendo los mismos ruidos por encima del tejado de la casa del autor de estas cartas. Francamente... inquietante... Parece como si su cuerpo verde y pesado siguiese arrastrándose a través de las planchas en un vagar eterno hacia ninguna parte.

¿Será tal vez el espíritu del cocodrilo, que se resiste a abandonar la casa? ¿O tal vez son un ejemplo más de psicofonías, esas grabaciones que parecen llegar desde el más allá en lugares donde ha acontecido una muerte trágica y violenta? Sea como sea, parece que el espíritu de Coco, el cocodrilo, el protagonista de los desvelos de muchos, intenta decirnos algo...

En el próximo programa intentaremos resolver este misterio que trae de cabeza a los habitantes de una casa que ya dan por embrujada, una familia en busca de reposo. Tal vez, como el espíritu de Coco...

(N. del A.: Entre el Relec y determinados medicamentos creo que estoy empezando a delirar de manera común...)

viernes, 16 de abril de 2010

TENGO UNA MALA NOTICIA...


Amigos, amigas, estoy desolado. No sé cómo deciros esto... No quiero andarme con rodeos, así que creo que voy a tirar de los clásicos:

"Españoles... /hipido/... el Cocodrilo... /hipido//sollozo/... ha muerto"

Así, como os lo cuento, del tirón. Y lo peor es que yo, hasta cierto punto (y sólo hasta cierto punto) soy el responsable. Paso a narraros, haciendo de tripas corazón, el relato de los hechos.

Todo sucedió la tarde-noche del pasado martes. Yo me disponía a salir a hacer algo de deporte (probablemente a estas alturas del relato Carmen ya estará diciendo que mi historia hace aguas por todos lados) cuando observé que el vigilante nocturno estaba subido a una suerte de montículo de arena pegado a la guardería colindante a mi casa.

-¡Buenas noches! ¿Qué hace por ahí escalando, Don Hugo?
-¡Venga, venga, que tengo localizado al garrobo que le molesta!
-¡El cocodrilo! ¡Está ahí el cocodrilo! Quiero verlo...
-Lo vamos a cazar.
-No, hombre, si con verlo me vale.
-¿Ha probado usted la carne de garrobo?
-Pues no, la verdad es que no. ¿A qué sabe?
-Es más o menos como el pollo. Se guisa y se lo puede comer hasta en un sandwich.
-(Aggggggg... /léase como si fuese Homer babeando/... sandwich de pollo....)

En esto Don Hugo mueve unos tablones tirados por el suelo y el cocodrilo sale disparado de entre todos ellos en dirección a mi casa. Cuando pasa al lado del vigilante, este se saca váyase usted a saber de dónde un martillo (sí, señores, un jodido martillo) y, con una habilidad infinita, le machaca el cráneo (creo que puedo oír a Harry riéndose desde aquí).

-¡¡¡Pero qué hace!!!
-Cazarlo.
-¡¡¡Y por qué!!!
-Pues porque le molestaba a usted.
-P..pe..pero yo pensé que lo iba a agarrar... para que yo lo viera y eso...
-Baaaaahh... Déjese hombé... Este ya no le va a molestar más. Ya va a poder dormir tranquilo.

Ahí, frente a mí, el cuerpo inerte de cocodrilo sangrando por la cabeza. No es la primera vez que siento lo que estoy sintiendo cuando me separan forzosamente de un animal verde y molesto que en un principio se cuela en mi vida sin pedir permiso. El cuerpo de mi último compañero de piso, yace en el suelo. De pronto, puedo ver como, con una gallardía digna de un héroe clásico, levanta su cabeza, aún manando sangre, y nos mira con actitud amenazante. "¡Ese es mi Coco! ¡Vamos chico, puedes llegar hasta la casa!", grito en mi interior mientras, como último recurso, me decido a distraer con mi conversación al wachimán (hondureñismo derivado del inglés "watchmen" y no de algún vocablo maya, como en principio podría parecer). Busco las palabras adecuadas y le suelto:

-Pues... se ha quedado buena la tarde, ¿eh?
-Sí.

En esto el wachi se da la vuelta y le da tres martillazos más hasta destrozarle del todo la cabeza.

-Se creía que no le veía el ijueputa, he he he!
-Ya... je... qué bobo... el bicho... ¿eh?

Todo está perdido. Tras un último intento por salvar su vida, que le honra, el cocodrilo está definitivamente muerto.

-Bueno, me dejará que le saque una foto para enseñársela a mis amigos.
-¡Noooo! ¿Qué dice? ¡Una foto, no!
-Emm... y, exactamente, ¿por qué no?
-Pues por qué va a ser, ¡porque está prohibido cazar garrobos!
-¿Cómo? ¡¿Y por qué le ha matado?!
-Pues porque le molestaba a usted. Para que pueda dormir tranquilo. Es que estos animales están en peligro de extinción, ¿sabe?
-¿Quéééééééé?...¡¿En peligro de extinción?! Bueno, Don Hugo, gracias. Me voy a correr.

Tras mis tres horas corriendo y haciendo abdominales y flexiones (vale, tal vez aquí he exagerado un poquito el relato), vuelvo sudando hacia mi casa con la imagen del pobre cocodrilo aún en la cabeza. En la pila de fregar que hay a la puerta del dispensario de salud que está al otro lado de mi casa, frente a la guardería, el wachi se ufana en su labor bajo la tímida luz de una bombilla.

-¡Venga, Miguel Ángel, venga!
-¿Qué sucede, Don Hugo?
- ¡Mire, mire!
-¿El qué?
-¿Recuerde que le comenté lo gordo que estaba este garrobo?
-...Sí... (Ay, no...)
-¡Pues mire!

Mientras dice "¡Pues mire!" emocionado y risueño como un colegial, levanta, de las tripas abiertas y ya despellejadas de Coco, una hilera de lo que parecen pequeños huevos recubiertos por una membrana cilíndrica.

-¡Era garroba! ¡Tenía cincuenta y dos animalitos más dentro!
-Cincuenta y dos animalitos menos, Don Hugo.
-Mañana le voy a traer un poco cocinado. ¡Ya verá qué bueno!
-Muy bien, Don Hugo. Me voy a casa. Estoy cansado.

+ + +

El cocodrilo ha muerto. Larga vida al cocodrilo.
En este país sólo asesina por encargo el Gobierno... y, al parecer, yo.

Espero que comprendáis mi desolación. Es por esto que no os voy a contar hoy que estamos a 45 grados a la sombra desde hace dos semanas en San Pedro Sula, que el pasado fin de semana coordiné el primer campamento juvenil de la Rivera Hernández con casi cincuenta chavales, las historias que estoy preparando para celebrar por aquí el Día del Libro (con recitales de poesía incluidos) y algunos asuntos políticos algo preocupantes. Eso, en la próxima carta. Ahora, voy a llorar a Coco (la que resultó ser Coca)(...).

Un abrazo gigante desde este lado del mundo! Gracias una vez más por vuestros comentarios. Os quiero mucho!

martes, 6 de abril de 2010

VUELTA A GALILEA


Vuelvo a Galilea,
a la misma Galilea que dejé,
con sus mismos velorios,
con sus niños perdidos,
con sus maridos que amenazan y pegan.

Vuelvo a Galilea,
una Galilea que no ha dejado de sonar
a disparos,
a llantos de niños,
a noche empolvada,
a sinrazón y muerte.

Vuelvo a Galilea
y el trabajo se me acumula,
pesan las heridas abiertas,
los gritos de un pueblo traicionado,
vendido por 30 dólares,
crucificado por sus gobernantes
mientras el Norte se lava las manos.

Vuelvo a Galilea y,
ciertamente, tengo que tirar de mi fe,
de la que me queda y aún rebusco,
para seguir adelante,
para no volverme loco,
para encontrar la esperanza,
la esperanza organizada,
entre tanto odio y olvido.

Vuelvo a Galilea,
sí, es cierto.
Pero vuelvo porque quiero.

Y no todo es exactamente igual.

Vuelvo con un espíritu nuevo.
Vuelvo con mirada de fuego.
Vuelvo con agua en el cuerpo.
Y no vuelvo solo.
Estáis aquí, conmigo.


Feliz Pascua a todos, creyentes y no creyentes. Os noto muy cerquita.